Menorca, la más oriental de las Islas Baleares tiene una superficie de 701.84 km2 y su longitud costera es de 216 km. El territorio está repartido en 8 municipios y más de 72.000 habitantes durante todo el año.
Es muy plana, la montaña más alta, Monte Toro, tiene 358 m de altura, a la que le sigue la siguiente, S’Enclusa, con 274 m.
El relieve es muy variado, dotando a la isla de todo tipo de paisajes. El norte se asienta sobre materiales diversos de las eras primaria, secundaria y cuaternaria, teniendo como resultado una costa muy abrupta; el sur, por el contrario, muestra una plataforma caliza del terciario, surcada por barrancos y rica vegetación, desembocando en calas de blanca arena.
Otros accidentes geográficos importantes son los puertos de Mahón y Ciutadella.
También son de interés las canteras (de marés), a veces mostrando gran geometría cúbica, otras veces simulando laberintos vacíos entre muros. Encontramos como ejemplo el Camí d’en Robadones (es Castell), cantera subterránea donde muestran un museo de barcas de pesca tradicionales; Santa Ponça (Alaior) es una cantera de increíbles dimensiones; Binicalsitx (ctra. de Cala Galdana) de impactante blancura; Sa Cetària (Ciutadella) junto al mar, es el fruto de un hecho rozando lo poético de los habitantes menorquines, quienes, para emigrar, se llevaban un trozo de piedra para construir su casa en la distancia; las canteras de S’Hostal (Ciutadella), son un ejemplo de cantera rehabilitada como centro cultural y medioambiental.
La visita a estas canteras ofrece la coincidencia de canteras de extracción mecánica (hoy gran anfiteatro para conciertos), y de un laberinto de canteras naturales, en las paredes de las cuales encontramos una muestra de la botánica autóctona y un jardín al estilo medieval con plantas medicinales y aromáticas.
Con ello vemos la tradición menorquina de utilizar las canteras en desuso como huertos protegidos de los vientos.
También son importantes los barrancos, de una belleza excepcional. Destacan el de Trebalúger y el de Algendar, que, dado su paisaje extraño y misterioso, reúne muchas leyendas populares. Este último conserva su caudal durante casi todo el año (desemboca en Cala Galdana), y es digno de recorrerlo en una excursión. Su acceso es sencillo, está bien señalizado en ambas direcciones (tanto desde la salida de Ferreries hacia Ciutadella, como desde Cala Galdana). En sus paredes de piedra encontramos especies vegetales y animales de todo tipo, incluso algunas que sólo se dan en Menorca.
Una de las zonas más conocidas de este barranco es Cova Murada, una gruta que estuvo mucho tiempo cerrada por un muro de piedra de donde viene su nombre. En su interior aparecieron restos prehistóricos.