Formación Inmobiliaria en Menorca
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Tanto si eres un empresario con cientos de personas a tu cargo como si eres un mando intermedio que debe gestionar el trabajo de una pequeña cuadrilla de trabajadores, debes tener en cuenta que hay varios factores que siempre deben ir de la mano cuando hablamos de coordinar a personas en un entorno profesional. Si uno de estos factores falla, y dado que son interdependientes, tu gestión sufrirá las consecuencias negativas antes o después.

Consejos para gestionar un equipo de trabajo

El factor que deberías considerar en primer lugar de cara a la óptima gestión de un equipo de trabajo es, sin lugar a dudas, tu implicación humana. En todo momento debes tener presente que trabajas con personas, y no con títeres, máquinas o robots. Las personas a tu cargo tienen, como tú y como cualquiera, emociones, aspiraciones y problemas. Programar reuniones con regularidad puede ayudar a este necesario acercamiento. No obstante, es recomendable que establezcas límites en la relación con tus empleados, ya que, antes que su amigo, debes dejar claro que eres su jefe. El éxito radica en alcanzar el equilibrio entre estos dos roles: el de persona cercana dispuesta a ayudar y el de persona al mando.

Asimismo, debes tener en cuenta que tanto los miembros de tu equipo de trabajo como tú formáis parte de un todo, y una de tus obligaciones es hacérselo ver a tus empleados. Para ello, deberás definir un objetivo claro —hacia dónde vamos— y explicar a cada uno de los miembros del grupo cómo repercute su actuación en la consecución de dicha meta. En otras palabras, todas y cada una de las personas a tu cargo deben sentirse útiles y motivadas. Para ello, puede ser de bastante ayuda someter a votación las decisiones que deban tomarse, escuchando el punto de vista de cada individuo. No hablamos de otra cosa que del tan trillado —y con razón— feedback. Eso sí, como en el punto anterior es imprescindible que la frontera quede clara desde el inicio: tú eres quien tomará la decisión final. Otra acción muy útil que puede llevarse a cabo en este sentido es la de delegar parte de nuestro trabajo. De este modo, estaremos mostrando un plus de confianza hacia nuestro equipo y, además, la productividad a largo plazo se verá recompensada —aunque al principio pueda parecer lo contario, dada la necesaria formación y ayuda que deberemos prestar a la persona en la que deleguemos.

Otra de las cualidades esenciales de un buen gestor de equipos de trabajo es la capacidad de incentivar a sus empleados a superarse. Para ello será necesario conseguir un ambiente en el que, sin dejar de estar cómodos, los miembros del equipo respiren cierta tensión. Esto se consigue fijando nuevos retos y exigiendo cada vez un poco más, tanto a cada persona por separado como al grupo en conjunto. Eso sí, esta tarea deberá ser muy progresiva y realizarse con mucho tacto, manteniendo siempre los pies en el suelo —siendo realista—. Con el paso del tiempo, los propios empleados se percatarán de esta dinámica y apreciarán haber sido apremiados, ya que esa presión que hemos ejercido sobre ellos los habrá llevado a ser mejores profesionales.

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