El mundo animal terrestre lo componen pequeños mamíferos (martas, hurones, comadrejas, conejos, murciélagos, algunas variedades de rata de campo y erizos), reptiles (la tortuga mediterránea, lagartijas, y alguna serpiente pequeña no venenosa) e insectos.
Las especies que más habitan son las aves. Además de las autóctonas, en verano llegan muchas especies del Sahara, como las golondrinas, vencejos, aviones, abejarucos…
En este sentido es muy importante la Albufera des Grau, que recibe también la visita de muchas aves migratorias que llegan a la isla para criar. Vemos ánades reales, fochas, rascones, carriceros, cigüeñas, zampullines, garcetas, corregimos, porrones, alcarabanes… También están las rapaces y carroñeras como el águila pescadora, el águila calzada, halcones, cernícalos, ratoneros, gavilanes, alimoches y aguiluchos, autillos y lechuzas. Cabe destacar el milano real, un ave de rapiña grande y protegida que actualmente se encuentra en peligro de extinción.
Las tres especies más típicas de Menorca son:
- Las sargantanas son protagonistas de leyendas y canciones y hay más de 30 especies. Una especie curiosa, la que habita la isla del Aire(frente a la playa Punta Prima, en el municipio de San Luis), totalmente negra y especie protegida. Al desembarcar en la isla acuden a la orilla en grupos numerosos y no se asustan de la gente.
- Las vacas rojas aunque son parte del paisaje, es difícil llegar a ver un ejemplar. Destacan por su tamaño y piel rojiza. Su producción lechera hace que empiecen a prosperar los intentos de recuperarlas.
- Los caballos son los animales domésticos preferidos en Menorca, ya que el hombre, en perfecta armonía con el paisaje, ha sabido conjugar a la perfección el papel del caballo haciéndolo protagonista tanto de las actividades agropecuarias, como de su participación en las fiestas populares.
Esta raza autóctona sorprende por su corpulencia y el característico negro azabache en su capa, además de su increíble serenidad ante el jaleo de la fiesta, manteniendo la calma pase lo que pase.
El caballo menorquín fue reconocido oficialmente como raza autóctona en 1989. Debe ser totalmente negro, esbelto, de ojos redondos y mirada viva, musculoso y potente, de extremidades largas, carácter noble, bello porte elegante, enérgico y potente.
La Asociación de Criadores y Propietarios de Caballos de Raza Menorquina trabajan para mejorar genéticamente esta raza tan apreciada en criadores europeos, sobre todo catalanes, alemanes e italianos.
La raza, según los últimos estudios, es de origen berberisco, y es de los pocos caballos totalmente negros que se conservan en Europa.