Menorca, una de las Islas Baleares, es conocida sobretodo por su ritmo tranquilo y sus playas paradisíacas. Pero esta pequeña isla esconde mucho más dentro de sus 700kilómetros cuadrados de terrenos.
Como leemos en este artículo acerca de la historia de Menorca, Sa Roqueta destaca por su colección de monumentos megalíticos que permiten conocer la actividad humana prehistórica de la isla. Durante la antigüedad, los minoicos griegos, procedentes de la antigua Creta, y los cartagineses, procedentes del norte de África, influyeron en la cultura de la isla, como reflejan las ruinas arquitectónicas. El nombre de la capital de Menorca, Mahón, se atribuye al hermano de Aníbal, Mago, un general cartaginés. La isla, que en su día fue objeto de frecuentes invasiones debido a su posición estratégica en el Mediterráneo occidental, se encuentra a horcajadas de importantes rutas comerciales.
Tras el final de las guerras púnicas, los piratas utilizaron Menorca como base para asaltar los barcos comerciales romanos que navegaban entre las penínsulas italiana e ibérica. Para contrarrestar esta peligrosa situación, Roma invadió la isla. En el año 121 a.C., Menorca se convirtió en una provincia romana. El nombre de la isla, que significa isla menor, es un término latino que data de esta conquista concreta. Justo después del cambio de milenio, el emperador Augusto reorganizó el sistema provincial romano. Además de que la isla pasó a formar parte de la provincia real Tarraconensis, la histórica ciudad de Mago se transformó en una ciudad romana, eliminando sus influencias cartaginesas.
Tras la caída de Roma, los vándalos ocuparon Menorca hasta que fueron expulsados por las fuerzas del Imperio Bizantino. La isla sufrió una incursión vikinga hacia el año 859 d.C. Los moros la invadieron casi 50 años más tarde, y la isla siguió siendo un estado islámico durante más de 380 años hasta que Alfonso III reconquistó la isla el 17 de enero de 1287. Esta fecha se celebra como el día nacional de Menorca. Sería un estado vasallo del Reino de Aragón hasta ser absorbida bajo la corona española unificada. Los futuros monarcas intentaron consolidar su lealtad utilizando el título de Rey de Menorca como título secundario. Los turcos otomanos atacarían la isla en el siglo XVI. Los invasores saquearon la capital de Ciutadella y establecieron asentamientos en la isla.
Durante el siglo XVIII, Menorca estuvo bajo varias banderas cuando las potencias europeas se enzarzaron en diversas guerras. Los franceses ocuparon inicialmente la isla. Tras invadir la isla en 1708, los británicos perderían y recuperarían el control como resultado de varios tratados, incluidos los de Utrecht y París. Francia también controló la isla durante varios periodos. Finalmente, España reclamó la isla en 1802. A diferencia de las demás Islas Baleares, Menorca se mantuvo fiel al gobierno republicano en lugar de apoyar a los nacionalistas durante la Guerra Civil española. Tras una invasión y victoria de las fuerzas nacionalistas, la marina británica participó en un traspaso de poder pacífico.
La isla cuenta con ruinas romanas y musulmanas junto con estructuras eclesiásticas paleocristianas. La cultura británica se refleja en detalles arquitectónicos como las ventanas de guillotina. Menorca fue designada reserva de la biosfera por la UNESCO en 1993. Hoy en día, la isla es un popular destino turístico por su fascinante historia y su cultura cosmopolita.