La arquitectura de Menorca no es tan conocida como la de Ibiza, aunque esto se deba a la identificación de esta última en los años setenta con la imagen de la libertad, la sencillez… que captó toda la atención. Sin embargo, Menorca tiene una arquitectura típica y caracterizadora, tanto o incluso más que Ibiza. Una arquitectura que permite leer su trayectoria a lo largo del tiempo, el paso o asentamiento de distintos pueblos y culturas en el territorio.
Son típicas las casas del mundo rural, con interminables muros de piedra que delimitan la propiedad y defienden las cosechas del viento. Son cuadrículas casitas blancas salpicadas con los verdes del campo, alrededor de los pueblos. Están hechas de grandes bloques de marés (piedra arenisca) y madera de acebuche, materiales de los que se disponía siglos atrás sobre el camino mismo (estas casas están en los caminos:colinas, valles…). Tienen el tejado árabe inclinado, diseñado con un orificio rústico para la recogida del agua de lluvia, blanqueado en sus bordes, las paredes orientadas al sur, pintadas de blanco, ocre y azul para conservar la limpieza del caserío y a la vez impermeabilizar las paredes, las distintas dependencias sin aparente organización interna, hornos para cocer el pan y grandes comedores para acoger a los trabajadores… juntoa elementos que completan el paisaje de la finca: un pozo adosado a un portal, una piedra escalonada para que el señor de la finca monte a caballo sin dificultades… Algunos de los caserones rústicos en el campo están en Ferreries, es Mercadal, Alaior o Es Castell .
Muchas de estas casas, con la decadencia del sector agrícola, se han destinado a convertirlas en hoteles rurales, de gran aceptación.
Todo ello deja fuera de lugar a urbanizaciones como la de Cala Morell o Binibeca (Binibèquer), resultado de la mezcla de la arquitectura mediterráneo-ibicenca.
Podemos encontrar algún otro edificio típico como la Torre Saura (torre renacentista de defensa de la costa), el viejo palacio de Can Squella en Ciudadela; La casa The Golden Farm en Mahón, al más puro estilo colonial.